Conoce los orígenes del Spa y cuáles son sus tratamientos medicinales.


En la época de los romanos, donde los baños de aguas termales estaban a la orden del día, un pequeño pueblo belga empezó a destacar por encima del resto. Se trata del pueblo de Spa, situado en la provincia de Lieja, Bélgica. 

Desde tan atrás en el tiempo y hasta nuestros días, Spa recibe miles y miles de visitantes gracias a sus famosas termas, incluso la realeza ha pasado por allí, y ahora mismo la ciudad es candidata a ser declarada Patrimonio Mundial de la Unesco. 

Nuestros actuales centros de ocio y bienestar se llaman así por la ciudad belga. Al menos es la teoría más difundida y aceptada, tanto es así que la RAE lo refleja así en su diccionario. Otra teoría, aunque menos conocida, sería la de creer que la palabra SPA proviene del latín, y es un acrónimo para Salus Per Acquam, o lo que es lo mismo, Salud a través del agua. 

Lo que sí está claro es que cuando hablamos de Spa, a todos nos viene una idea clara a la cabeza, un lugar que utiliza los beneficios del agua para mejorar la salud y el bienestar corporal e incluso mental. 

Un spa, por regla general, cuenta con un circuito de elementos bien diferenciados. Principalmente se trata de una piscina climatizada en la que encontramos tratamientos como camas de burbujas, jets para masajear zonas del cuerpo concretas, cuellos de cisne a presión para zonas como la espalda o lumbares y/o asientos con microburbujas; seguido de un Jacuzzi de agua caliente, pozos de agua helada, duchas de sensaciones, como por ejemplo cambios de temperatura, colores u olores, pediluvios (tratamiento de baño para la salud de tus pies), y por último, dos tipos de saunas: el baño turco y la sauna finlandesa. Son dos tipos de saunas completamente diferentes. El baño turco también conocido como Hamman, convierte el agua en vapor caliente, liberándolo en el aire. Dentro de sus paredes, la humedad puede alcanzar el 100%, produciendo una extraña sensación de falta de aire, que sin embargo libera las vías respiratorias. Además ayuda a tu cuerpo a eliminar toxinas, limpia los poros de la piel y le da un aspecto mejorado. Por otro lado, la sauna finlandesa utiliza un sistema de calor seco, cuyo proceso comienza con piedras a altas temperaturas. Una sauna finlandesa suele estar entre los 80 y los 100 grados, y su humedad es inferior al 15%. Este tipo de saunas son muy recomendables para después del deporte porque ayudan a la recuperación de los músculos, pero también mejoran la respiración, abren los poros, eliminan toxinas e influyen en la recuperación de dolores musculares y también óseos.

 

Ahora ya sabes los beneficios que el agua puede ofrecerle a tu cuerpo, no deberías dudar en visitar algún spa de la zona para relajar la tensión de los músculos, liberarte del estrés de cada día o simplemente, darte el capricho. Y si la idea te apasiona, no dudes en contactar con nosotros, porque un spa en casa, es posible.